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Soy Meli Durán

Con luz propia

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Hace 15 años me arrebataron un pedazo de mi alma…

Cuando Tita Anita partió sabía que nada volvería a ser igual…

El tiempo pasó y nunca he dejado de extrañarla, pero de alguna forma el aun tenerte a vos reconfortaba mi corazón al tiempo que me llenaba de un temor mayor. Miedo a ese día donde tendría que perderlas a ambas y entonces, ¿cómo se vive en un mundo sin abuelitas?



Hace unos días, mientras acariciaba tu rostro en esa fría, muy fría, sala de hospital pensaba en todo el tiempo perdido, en todas esas veces que dije que iría a verte y no lo hice, en los fines de semana en que me consumió las ocupaciones y no estuve contigo.

Ahora estaba ahí pero ya no podías mirarme. Estaba a tu lado pero ya no podías responderme, aunque mi corazón mantenía la esperanza que lograras escucharme.

Te vi ahí y no solo veía la belleza del amor reflejado en ti, sino que vi a mi mamá y me vi también a mi. Nunca antes había notado lo mucho que nos parecemos y entonces, de pronto tuve un encuentro con mi pasado, con mi origen, con lo que soy. 





Quiero decirte que por un instante quisiera devolver el tiempo, arrancarme este dolor y que esos recuerdos que hoy rondan mi mente cobraran vida. Solo un instante, un instante para decirte cuanto te amo, lo agradecida que estoy por esos días en que sé que disfrutabas de un partido de la Liga solo para comentarlo conmigo. Por las muchas veces en que no te separaste del televisor solo para verme, porque sin que lo supieras, me llenaba de felicidad el pensar que podrías estar orgullosa de mí. 





A todo eso me aferro hoy, mientras mi corazón se enfrenta a la realidad que la vida es frágil y que algún día te tendré que dejar ir. 

Por ahora, solo pido a Dios Todopoderoso que no estés sintiendo dolor y que el cielo se abra para ti en el tiempo perfecto, para que llegues a la meta y seas galardonada por tu entrega, amor y por el legado que nos has dejado.

Y aunque es difícil decirlo…Vuela tita, cuando estés lista y así lo quieras, vuela alto…

Ya todo lo has hecho y lo hiciste más que bien. 

Y aunque mi corazón se quiebra mientras escribo estas líneas, sé que no debo ser egoísta y que algo mucho mayor te aguarda  y entonces, pronto nos veremos de nuevo y podré decirte una vez más, Te Amo Abuela Fela.

Me hará fuerte el saber que el corazón de las abuelas tiene un lazo indestructible que lo  une al de sus nietos y que nos mantendrá unidas para siempre. 





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Hace cerca de un mes, pase a mi bebé de ocho meses a dormir sola a su cuarto.

De manera sorprendente para mí, lo tomo mucho mejor de lo que yo esperaba, dormía más horas seguidas y se despertaba con menos frecuencia durante las noches.

Aún así, los primeros días, en lugar de aprovechar para recuperar algunas horas de sueño, me quedaba pendiente esperando impaciente a que despertara para traérmela de nuevo a mi lado de la cama.

Pero hay días agotadores en donde caigo rendida y duermo profundamente, aún así, logro escuchar su llanto llamándome en medio de la oscuridad. Le llaman instinto materno, yo prefiero llamarle amor incondicional.

Ayer no fue la excepción. En cuanto la escuche, corrí a su habitación y la encontré de pie en su cuna, con la certeza en sus ojos que al llamarme yo estaría ahí en cuestión de segundos.

La tome en mis brazos e inmediatamente se volvió a dormir. Así que en esta ocasión y en medio del cansancio, la abrace y me senté en la mecedora a disfrutar el momento.

La observaba tan vulnerable y tan dependiente de mi cuidado. Ella ahora se sentía segura. Estaba en brazos de mamá.

Conforme pasaban los minutos mi corazón se nutría de ese instante de intimidad entre madre e hija.

Entonces, por un instante, Dios vino a mi pensamiento.

Si yo, siendo humana, corría llena de amor al llamado de mi hija, cuánto más lo hace nuestro Padre Celestial cuando le necesitamos. Creemos que somos nosotros los que demandamos la atención y cuidados de nuestro Señor pero en ese momento podía sentir como Él también disfrutaba de tomarnos en sus brazos y proporcionarnos seguridad.

¿Cuántas veces creemos que Dios no escucha nuestra súplica? ¿Cuántas veces no acudimos a Él creyendo que solo le molestamos o que seguramente tendrá cosas más importantes que atender?

Entendí entonces que Dios es mi Padre y yo soy su hija. Que Él está cerca, atento a mi llamado de auxilio y ama escuchar mi oración cuando reconozco mi necesidad de su presencia, el deseo de que me tome entre sus brazos y no me suelte por nada del mundo.

En días de tanta incertidumbre y desconsuelo, no dudes en llamarle. Él está ahí, pendiente de que despiertes y clames por su ayuda, como un padre o una madre que haría cualquier cosa por sus hijos.

Cuánto más tiempo pases con Papá, más conocerás su amor.

Y como dijo el Rey David:

“No permitirá que resbales y caigas; JAMÁS DUERME EL QUE TE CUIDA”

Salmo 121:3

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Creí que te amaba aun cuando solo vivías en mi imaginación

Cuando pensaba en tu nombre, en cómo serías y en cómo sería mi mundo contigo.

Creí que te amaba mientras observaba esa prueba que daba positiva

Creí que te amaba mientras te veía crecer en mi vientre

Creí que te amaba cuando supe que eras una niña... mi pequeña niña.

Creí que te amaba cuando te sentía latir fuerte y éramos una sola.

Y entonces te amaba pero aun desconocía ese otro amor que inundó mi corazón cuando al sentirte en mi mejilla, por primera vez, supe que lo daría todo por ti.

Apenas y aprendías a descubrir el mundo pero era yo quien hasta entonces no lo conocía, porque vos mi princesa, eres mi mundo.



Llegaron nuestras noches de desvelo, solo vos y yo en medio de la oscuridad, aprendiendo juntas.

Sacudiéndonos los miedos, espantando a la incertidumbre y llenándonos de promesas.

Aún ahí creía que no podía amarte más pero entonces llegaron las sonrisas al despertar, las caricias mientras te alimentaba y esos brazos llamándome para descubrir entonces que podías hacer mi corazón explotar de amor.

Hoy te amo más que cuando te cargué por primera vez. Esta mañana te amé más que ayer. Y no puedo entender cómo mañana te amaré más que hoy.

Creía que te amaba y claro que lo hacía.

Pero lo que siento hoy no tiene límites, no tiene explicación. Es ese tipo de amor único que lleva tu nombre.

Fotografías:Gould Photography CR
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¡Puje, puje! Decían todos en la sala mientras en medio de tanta emoción trataba de recordar cómo debía pujar.

Lo cierto es que solo quería conocerla, tenerla en mis brazos e inhalar ese olor a cielo que traen consigo los bebés.


El médico había recomendado una cesárea para traer a mi hija al mundo, luego de asegurarme que cada vez el procedimiento buscaba asemejarse a las virtudes del parto natural, en especial para bebé.


Así que ahora le explicaré porque debí pujar. Se trata de la cesárea humanizada, un servicio que permite a la madre ser parte activa para dar a luz a sus bebé, a pesar de estar en una sala de cirugía.


Me mantuve completamente despierta y alerta todo el tiempo. Al pujar, pude ayudar a que mi bebé saliera por la herida que ya el médico había adelantado. Luego de eso y que el médico pediatra revisará los signos vitales de mi hija, me la trajeron de inmediato para darle de comer mientras me suturaban la herida.


Debo confesar que al pensar en la opción de una cesárea, siempre temí a los minutos y a veces horas en que las madres permanecen separadas de sus bebés durante la recuperación.






Aunque la mayoría de las veces, los padres se encargan de canguarear a bebé durante ese lapso, sabía que la primera hora de vida de los bebés es importante para el desarrollo del vínculo con mamá. Yo no quería perderme ni un segundo, por lo que optar por una cesárea humanizada me tranquilizo.


Mi esposo siguió paso a paso todo lo que sucedía y le realizaban a nuestra hija. Estuvo con ella brindándole ese calor de padre que también es fundamental pero en cuanto salí de la sala de cirugías, él pudo traerme a mi bebé para poder alimentarla de nuevo mientras me recuperaba del todo.


Así fue como vino mi bebé al mundo y también como mamá me sentí tranquila y segura todo el tiempo, más allá de la emoción de conocer a mi bebé por primera vez.


La cesárea humanizada es un servicio que ofrece el Hospital Clínica Bíblica a quien lo solicite. A partir de mi experiencia, lo recomiendo y agradezco la posibilidad de que cada vez se avance más en estos temas, porque así, todos ganamos. No tengo palabras para agradecer todas las atenciones y el servicio recibido por parte del personal del centro médico.


Así como también quiero agradecer al Dr. Carlos Peña y a su gran equipo, incluyendo a mi talentosa cuñada la Dra. Natalia Mora, por traer a mi hija al mundo en un ambiente seguro y muy emotivo para todos.




Onceveintidós Birth Photography


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Faltan tan solo horas...

Y es que yo no te he esperado por nueve meses, sino que te he esperado toda una vida.

Y ahora... faltan tan solo horas.

Muero por conocerte. Por ver esa mirada que me enamorará para siempre, por tocar esas manitas tan pequeñas y delicadas, que solo un Dios Perfecto podría crear.

En vos, mi bebé, se resume la respuesta a muchas de mis oraciones. A las tantas veces que observé a una madre cargar a su hijo y respiré profundamente, imaginando una vida contigo.

Sos el resultado de un gran amor. Del amor con el que papá y yo hemos construido una familia y un lugar seguro que hoy aguarda por vos.

Me llena también la ansiedad y el miedo. Sé que me cambiarás la vida de tal manera que en poco, lo que no tenía sentido lo tendrá, los detalles que dejaba pasar tomarán relevancia y la vida se llenará de más colores y canciones.

Que Dios me ayude a ser la madre que Él sueña que sea y que juntas podamos crecer.




Te enseñaré a vivir pero vos, mi vida, me enseñarás mucho más que eso, me mostrarás el amor más profundo que un ser humano puede sentir.

Y mientras escribo, siento como insistentemente te mueves en mi interior y entonces sé que aunque para mañana ya no estés ahí, por siempre serás la razón que hará latir mi corazón.





Fotografía: Gould Photography

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Tener el control.

Acepto que es algo que busco todo el tiempo. Me hace sentir segura y confiada. Es esa necesidad de saberlo y resolverlo todo. Ese sentimiento se multiplicó desde que me casé y anhelaba incansablemente el bienestar de mi nueva familia.

Aunque para algunas cosas soy la persona más despistada, lo cierto es que cuando algo capta mi atención o me interesa, no puedo dejar de pensar en ello, planifico y me preparo para cada uno de los posibles escenarios, imagino una y otra vez esas conversaciones que la mayoría del tiempo ni ocurren .
Me gusta sentirme preparada, lista y tres pasos delante de cualquier circunstancia.

No sé si es una característica generalizada de nosotras las mujeres pero si sé que no soy la única o ¿No es usted de las que por las noches no se duerme hasta resolver, literalmente,  el mundo de su esposo y de sus hijos?

Nunca espero que alguien me ofrezca una solución, yo me la busco solita. Si no sé del tema, entonces leo, investigo y  consulto a especialistas hasta sentirme una de ellos.

Pero no importa cuanto sepamos sobre algo, si la vida  dice “ESPERA” no hay más opción que ESPERAR.

¡Que desesperante es esperar!

Lo es hasta que descubres que Dios esta ahí, en la espera.

Dios ya conoce lo que sucederá más adelante pero no es en la victoria o en medio de las buenas noticias donde aguarda por nosotros.

Muchas veces, ansiamos llegar ahí, al destino o al final del problema y circunstancia para permitirnos sentirlo junto a nosotros pero estamos muy equivocadas.

Él esta en la espera, esta ahí en medio de la prueba, de ese proceso que nos es doloroso y parece interminable, en medio de la desesperanza.

Corre hacia sus brazos y deja que  sea Él quien actué.

Últimamente en medio de todos mis pensamientos y “estrategias” para la vida, me percato de su silencio. Así que me detengo, respiro profundamente y elijo escuchar esa dulce voz que llega a mi corazón con un: “Alto, entrégamelo a mí y CONFÍA. Yo sé que es lo mejor y nunca te fallaré”.

Es en ese instante en que recuerdo sus palabras:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Isaías 55:8-9

Su intención es ayudarnos durante toda la etapa difícil, sin embargo, a veces preferimos sentirnos solos en medio de la batalla sin percatarnos que no lo estamos.

Así que la próxima vez que se sienta así, recuerde lo que dice una hermosa canción:

“Ten fe corazón, ten firmeza y valor
Él esta en la espera.
Confía en él y el triunfo podrás ver
Él nunca falla”


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Un 16 de diciembre, cerca de las 5 de la tarde, varios globos rosa volaron sobre nuestras cabezas anunciando a toda nuestra familia que eras una niña…

Pero aunque hasta entonces recibía el resultado de un examen de sangre, no fue ese día que lo supe.
Tenías unas 7 semanas en mi vientre, cuando una mañana decidí hablarte mientras me duchaba.

“Hola bebé, soy mamá. No sé si ya me escuchas pero quiero que sepas que te amé aún antes de concebirte”, dije entre algunas lágrimas que se confundían con el agua que caía en mi rostro.

Fue cuando Dios me susurró al oído: “Ella es tu niña”…

Mientras trataba de sostenerme llorando emocionada, supe que por primera vez sentía esa conexión especial con mi hija.

Salí a los pocos segundos, busqué a tu papá y le dije: “Es Amanda, es una niña”, él me observó un poco incrédulo y me abrazo. “Aún no hay forma de saberlo mi amor, hay que esperar”, me dijo, pero ni aún sus palabras me hicieron cambiar de parecer. Yo sabía que eras vos la que estaba dentro de mí, te había sentido de una forma que poco puedo explicar.

Desde entonces te llamé por tu nombre: Amanda, digna de ser amada o más que amada es lo que significa. No podía encontrar algún otro nombre que expresara lo que de verdad sentía, ese amor que sobrepasa los límites.

Por eso te cuidaré como se cuida al mayor tesoro, haré lo que corresponde para que siempre tengas una familia en donde sentirte segura y apoyada, intentaré proteger tu corazón pero también te motivaré a ser valiente y asumir retos lejos de la zona de confort, porque aunque a veces duela, solo te hará más fuerte.


Pronto, también sabrás que te escogí al mejor padre que puedas tener. Un hombre capaz de darlo todo por sus hijas, que conoce el valor de una mujer y la respeta, que te amará y celará en la misma proporción (tus hermanas sabrán explicártelo mejor).

Y ahora que menciono a tus hermanas, están emocionadas esperando tu llegada. En Valentina encontrarás una joven inteligente y divertida, que estoy segura será tu confidente. Mary por su parte, inventará mil formas de entretenerte, te enseñará sus pasos de gimnasia y no se rendirá hasta que los hagas con perfección. Ambas te llenarán de amor cada día, luego les podrás pedir su ropa y zapatos, como ellas ahora hacen conmigo, y entenderás lo afortunada que sos por tenerlas en tu vida.

He pedido a nuestro Dios que te conceda GRACIA y FAVOR en cada uno de tus días. Que te dé la fuerza para afrontar un mundo injusto y cruel, donde todavía las mujeres debemos luchar por derechos básicos como salir a la calle sin temor.

Pero vos mi guerrera, cumplirás el propósito por el cual fuiste formada y pido al cielo que nunca se aparte de tu corazón el amor por tu CREADOR.

Te espera con amor, mamá.



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Me encontraba en el supermercado cuando un señor se acerco a saludarme.
De inmediato, volvió a ver a la niña que me acompañaba y pregunto si era mi hija.
Yo me quede en silencio, no supe que contestar. Apenas y me acostumbraba a escuchar la palabra “madrastra” sin relacionarla con esas mujeres malvadas de los cuentos.

Pero Mary se adelanto y de inmediato contesto: “Sí, soy su hija” y con esas palabras iniciaba un nuevo capítulo en mi vida.

Así que de pronto, pase de ser la chineada de mi casa durante mi vida de soltera a tener una responsabilidad enorme en mi nuevo hogar.

Tuve mil dudas y mil miedos.

La primera pregunta que surge es “¿Cuál es mi papel aquí? ¿Hasta dónde llega mi autoridad?” Pero hay cambios que surgen en la vida que no dan tiempo de pensar, solo de actuar.

Así que decidí que más que la esposa de su padre, iba a ser lo que ellas necesitaran que fuera. No iban a existir nombres ni etiquetas. Me propuse cuidarlas, escucharlas, disciplinarlas con amor y a estar ahí cerquita en todo momento.

Soy la que grita y aplaude fuerte en cada presentación de baile de Mary, la que escucha y aconseja a Vale en cada situación que enfrenta, la que se siente orgullosa de las buenas calificaciones y sin pensarlo dos veces, la que ora por ellas cada día.

Sé que no soy la única en este tipo de situación. Lo sé, porque muchas “mamitas del corazón” me han escrito y me han contado su propia experiencia.  Sé que a veces otras personas no lo entienden y nos preguntan encarecidamente “¿Por qué asumir tal responsabilidad?” Y la respuesta es simple: AMOR, un amor que Dios siembra en nuestros corazones que va más allá de los lazos sanguíneos.



Así que la próxima vez que conozca una “madrastra” tome en cuenta que tiene frente a usted a una mujer valiente, que asume los retos de la vida con gran fortaleza y que es un ser humano con un corazón enorme que no necesita llevar nueve meses a un bebé en su vientre para reconocerlo como su hijo.

Lo sé, porque hoy es Amanda quien crece dentro de mí, pero ella no será mi hija mayor, ya ese espacio está bien desempañado por mi hija de 13 años que aunque no parí, nació en mi corazón.

Así que dejemos de juzgar y más bien reconozcamos el valor de esas madres de corazón, que no eligieron el camino fácil, pero si el que más edifica. Ya somos recompensadas, lo somos cada vez que esos pequeños brazos recurren a nosotras en busca de amor.

Y cuando los miedos vienen y van, la vida te recuerda que lo estás haciendo bien cuando por ejemplo al verme leer un libro de maternidad, Mary de 10 años me pregunta “¿Para qué lees eso?” Y al contestarle que, para aprender a ser una buena mamá, me contesta: “¿Por qué? Si ya lo eres”.




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Su piel empezaba a llenarse de manchas blancas mucho más rápido de lo que él lograba entender que estaba sucediendo con su cuerpo.

Era conocido por su facilidad para hacer reír a todos. Los chistes podían ser siempre los mismos pero la forma en que los contaba los hacía únicos. En tan solo 15 minutos transformaba cualquier instante en un momento de alegría. Pero ese día, un diagnóstico le había robado su sonrisa.

Miraba hacia el suelo y en silencio.

Me senté a su lado y le pregunté qué le estaba ocurriendo. Me señaló su rostro manchado, como tratando de mostrarme algo que yo no hubiera visto. Claro que lo había notado.

“Es su gracia lo único que necesitas”, le dije de inmediato. Y es que tenía una personalidad que ocultaba cualquier defecto. Contaba con tantos regalos de parte del cielo que lo convertían en una persona fascinante. Mientras su esencia siguiera intacta, los cambios externos que sufría su cuerpo no eran determinantes.

Algunas lágrimas surgieron y supe que lo había entendido. No es por nuestras fuerzas que sobrepasamos las circunstancias, la gracia es la intervención divina que hace que el favor de Dios no pueda ser quitado.

Han pasado unos 10 años de eso. La enfermedad no se fue, como tampoco lo hizo la esperanza de que solo cosas buenas vendrían a su vida. Podían llegar momentos de debilidad pero el favor de Dios no se iba de él.

¿Cuántas veces tememos el no poder afrontar nuestros problemas? Sin darnos cuenta que no es por nuestra fuerza sino por su gracia.

Dios es claro en su promesa: “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Corintios 12:9). Siempre que algo quiere llenar de temor mi corazón, me acuerdo de esas palabras y entonces, no pretendo encargarme de solucionarlo todo. Confío en su guía para tomar las decisiones correctas. Confío en esa invitación de vivir plenamente sabiendo que no necesito ser perfecta, ni acertada todo el tiempo.


Quizás las manchas que llevas no se vean sobre tu piel pero si en tu corazón, en tu mente, en tu pasado, en tu presente. Solo recuerda que no estás sola.


Sin importar lo que estés afrontando, lo único que necesitas es su gracia en tu vida; esa gracia que permitirá que Dios intervenga en tu situación y la transforme para bien.


Animo, Él prometió hacerlo. No es por tu fuerza, es por su gracia.



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La vida esta llena de momentos fascinantes pero no hay forma de evitar que el dolor llegue en algunos otros. Lo he intentado, se los aseguro, es imposible…

En más de una ocasión, cuando identifico que la tristeza embarga mi corazón también me doy cuenta que me siento mucho peor por permitirme estar así. Es como si tuviera la obligación de ser fuerte e invencible  el 100% del tiempo.

Como si no fuera suficiente la montaña rusa de emociones que, ya de por sí, por ser mujeres llevamos dentro, nos convertimos en nuestras propias villanas al no permitirnos “sentir plenamente” esos momentos oscuros que parecen interminables.

¡Soy fuerte! Me repito antes de salir a enfrentar la vida.

“Eso no es nada, hay cosas peores”, pienso mientras intento desacreditar lo que siento.
Resulta a veces, pero luego reconozco que no estoy siendo justa conmigo ¿Se vale estar triste? Sí, claro que se vale.

La tristeza es parte de lo que nos hace seres humanos, seres sensibles, mujeres apasionadas y empáticas.

Por eso hoy, hoy me permito estar triste.

Me lo debo. Lo necesito.

No será por mucho tiempo, las mujeres sabemos reinventarnos de formas increíbles. Pero por ahora, sentiré con intensidad cada una de mis emociones. No les permitiré dominarme pero me dejaré ser.
Solo por hoy…



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• Los sueños mueren cuando usted no tiene visión.

Es cierto, para cumplir nuevas metas no necesitamos que inicie otro año. Sin embargo, a veces en nuestra cabecita funciona muy bien la idea de detenernos por un instante, decir adiós a esos 12 meses que no siempre son tan generosos, respirar profundo y dar un paso adelante a lo que podemos considerar una nueva aventura o un año nuevo.

Desde hace un tiempo aprendí a crear mi plan de ruta para el año que llegaba, el cual permitía cambios durante el camino y me llenaba de ilusión cada primero de enero. No siempre se cumplía al pie de la letra pero no me castigaba por eso. Tener mis metas a la vista me permitía recordarlas y caminar hacia ellas, constantemente.

¿Cuáles son sus planes para el próximo año? ¿Recuerda aún con qué soñaba?

Sus pasos se dirigirán hacia donde tenga su mirada, se lo aseguro.


Si sus ojos observan hacia su pasado, se estancará, nunca avanzará. Algo similar ocurre cuando camina con su vista hacia el suelo ¿lo ha intentado? Se avanza sin un rumbo fijo y es mucho más fácil tropezar.


Así como sucede con las grandes corporaciones, una visión clara y estratégica le dará un sentido a su vida. No se trata de vivir cada día bajo la monotonía que nos imponen. Consiste en vivir con propósito e intentar que nuestros actos nos acerquen a lo que soñamos.

Para navidad, nunca hice lista de regalos a Santa, ni a los Reyes Magos, ni a mis papás.

Pero no podía arrancar un año nuevo sin presentar mis peticiones ante Dios. Esos sueños, esas metas, esos propósitos que nadie más conocía, solo algo entre Él y yo. Palabras escritas en papel que luego se convertían en una realidad y me mostraban su fidelidad.

De igual forma, en la mesa de mi biblioteca reposa un portarretrato con una de mis más bellas obras: mi visión. Hace unos años definí a donde quería llegar y a qué rumbo iba a dirigir mi esfuerzo. Recorté palabras e imágenes de periódicos y revistas que me lo recordaran, todo el tiempo.


Claro que como usted, muchas veces me siento sin rumbo. Me distraigo y olvido por completo el lugar al que quería llegar. También hay instantes donde los días parecen no tener sentido y mi mirada vuelve atrás.


Pero mi visión esta físicamente ahí, todo el tiempo. No hay forma de evitar observarla cuando tan solo salgo de la habitación. Ese tipo de recordatorios se posicionan en nuestra mente y lo más importante, en nuestro corazón.


No le hablo de cosas complejas. Dedicar tiempo para su familia puede ser una de ellas. Ser una mejor hija, una mejor amiga, una mejor esposa. Culminar una carrera, no dejarse aplastar por la obsesión al trabajo, vivir más, amar más.


¿Cuál es su rumbo? ¿Sabe hacia qué lugar le han llevado sus pasos hasta ahora? ¿Es ahí donde quería estar?

Aún esta a tiempo de pasar páginas y hasta de cerrar libros. Crear un nuevo destino puede ser su meta para este 2018.

Anímese. No se preocupe por lo que los demás piensen. Es su camino, es su vida.

Pero no puedo cerrar este texto sin revelarle mi principal secreto. Eso, todo eso que anhela su corazón, cuénteselo a DIOS, ÉL será su mejor compañero de viaje.

Que usted alcance su propósito de vida, es hoy mi deseo.

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Acerca de mí

¡Hola! Soy Melissa Durán - periodista y presentadora de tv- pero también mujer, madre y esposa.

Me encanta escribir y lo haré cada vez que pueda. Estoy segura que nos identificaremos en muchas de nuestras experiencias.

Bienvenidas a mi blog

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