Jamás duerme el que te cuida

by - 10:22 p.m.




Hace cerca de un mes, pase a mi bebé de ocho meses a dormir sola a su cuarto.

De manera sorprendente para mí, lo tomo mucho mejor de lo que yo esperaba, dormía más horas seguidas y se despertaba con menos frecuencia durante las noches.

Aún así, los primeros días, en lugar de aprovechar para recuperar algunas horas de sueño, me quedaba pendiente esperando impaciente a que despertara para traérmela de nuevo a mi lado de la cama.

Pero hay días agotadores en donde caigo rendida y duermo profundamente, aún así, logro escuchar su llanto llamándome en medio de la oscuridad. Le llaman instinto materno, yo prefiero llamarle amor incondicional.

Ayer no fue la excepción. En cuanto la escuche, corrí a su habitación y la encontré de pie en su cuna, con la certeza en sus ojos que al llamarme yo estaría ahí en cuestión de segundos.

La tome en mis brazos e inmediatamente se volvió a dormir. Así que en esta ocasión y en medio del cansancio, la abrace y me senté en la mecedora a disfrutar el momento.

La observaba tan vulnerable y tan dependiente de mi cuidado. Ella ahora se sentía segura. Estaba en brazos de mamá.

Conforme pasaban los minutos mi corazón se nutría de ese instante de intimidad entre madre e hija.

Entonces, por un instante, Dios vino a mi pensamiento.

Si yo, siendo humana, corría llena de amor al llamado de mi hija, cuánto más lo hace nuestro Padre Celestial cuando le necesitamos. Creemos que somos nosotros los que demandamos la atención y cuidados de nuestro Señor pero en ese momento podía sentir como Él también disfrutaba de tomarnos en sus brazos y proporcionarnos seguridad.

¿Cuántas veces creemos que Dios no escucha nuestra súplica? ¿Cuántas veces no acudimos a Él creyendo que solo le molestamos o que seguramente tendrá cosas más importantes que atender?

Entendí entonces que Dios es mi Padre y yo soy su hija. Que Él está cerca, atento a mi llamado de auxilio y ama escuchar mi oración cuando reconozco mi necesidad de su presencia, el deseo de que me tome entre sus brazos y no me suelte por nada del mundo.

En días de tanta incertidumbre y desconsuelo, no dudes en llamarle. Él está ahí, pendiente de que despiertes y clames por su ayuda, como un padre o una madre que haría cualquier cosa por sus hijos.

Cuánto más tiempo pases con Papá, más conocerás su amor.

Y como dijo el Rey David:

“No permitirá que resbales y caigas; JAMÁS DUERME EL QUE TE CUIDA”

Salmo 121:3

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2 comentarios

  1. Hermoso! Así es papa Dios con nosotros el nunca duerme por verlas de sus hijos! Bendiciones meli! Bendiciones a tus hijas tu familia!

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