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Soy Meli Durán

Con luz propia

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Su piel empezaba a llenarse de manchas blancas mucho más rápido de lo que él lograba entender que estaba sucediendo con su cuerpo.

Era conocido por su facilidad para hacer reír a todos. Los chistes podían ser siempre los mismos pero la forma en que los contaba los hacía únicos. En tan solo 15 minutos transformaba cualquier instante en un momento de alegría. Pero ese día, un diagnóstico le había robado su sonrisa.

Miraba hacia el suelo y en silencio.

Me senté a su lado y le pregunté qué le estaba ocurriendo. Me señaló su rostro manchado, como tratando de mostrarme algo que yo no hubiera visto. Claro que lo había notado.

“Es su gracia lo único que necesitas”, le dije de inmediato. Y es que tenía una personalidad que ocultaba cualquier defecto. Contaba con tantos regalos de parte del cielo que lo convertían en una persona fascinante. Mientras su esencia siguiera intacta, los cambios externos que sufría su cuerpo no eran determinantes.

Algunas lágrimas surgieron y supe que lo había entendido. No es por nuestras fuerzas que sobrepasamos las circunstancias, la gracia es la intervención divina que hace que el favor de Dios no pueda ser quitado.

Han pasado unos 10 años de eso. La enfermedad no se fue, como tampoco lo hizo la esperanza de que solo cosas buenas vendrían a su vida. Podían llegar momentos de debilidad pero el favor de Dios no se iba de él.

¿Cuántas veces tememos el no poder afrontar nuestros problemas? Sin darnos cuenta que no es por nuestra fuerza sino por su gracia.

Dios es claro en su promesa: “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Corintios 12:9). Siempre que algo quiere llenar de temor mi corazón, me acuerdo de esas palabras y entonces, no pretendo encargarme de solucionarlo todo. Confío en su guía para tomar las decisiones correctas. Confío en esa invitación de vivir plenamente sabiendo que no necesito ser perfecta, ni acertada todo el tiempo.


Quizás las manchas que llevas no se vean sobre tu piel pero si en tu corazón, en tu mente, en tu pasado, en tu presente. Solo recuerda que no estás sola.


Sin importar lo que estés afrontando, lo único que necesitas es su gracia en tu vida; esa gracia que permitirá que Dios intervenga en tu situación y la transforme para bien.


Animo, Él prometió hacerlo. No es por tu fuerza, es por su gracia.



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Acerca de mí

¡Hola! Soy Melissa Durán - periodista y presentadora de tv- pero también mujer, madre y esposa.

Me encanta escribir y lo haré cada vez que pueda. Estoy segura que nos identificaremos en muchas de nuestras experiencias.

Bienvenidas a mi blog

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