¿Por qué estoy soltera?
Con frecuencia las
personas ponen la misma expresión en el rostro cuando les confieso que sigo
soltera…
En mi interior,
sonrío.
-¿Será que sos muy
exigente? Es la siguiente pregunta que surge.
- Claro, soy
exigente ¿Por qué no iba a serlo?
Normalmente, ahí acaba
la conversación. Esas preguntas del matrimonio y los hijos, nunca me las hacen,
creo que la razón es obvia.
A mis 28 empiezo a
notar o, más bien, a experimentar la percepción negativa que existe sobre la
soltería y sobre quienes la disfrutamos. Sí, la disfrutamos.
Yo estoy soltera
porque así lo he decidido. Es mi elección.
Tras unos 10 años de
estar involucrada en relaciones de noviazgo, pocas pero varias, decidí estar
sola.
No, no es drama ni
nada de eso del corazón roto y la “Magdalena” que no supera el pasado. Todo lo
contrario.
Estuve en algunas
relaciones por rutina, por pasar el rato, por malas decisiones, por no estar
sola y por tonta.
Después de mi última
relación, elegí un cambio. Quizás me encontraba ya en la edad suficiente
para saber que algo estaba mal: tenía mucho miedo, miedo a la soledad.
Entonces, en un acto de
valentía, de esos de los que te sentís orgullosa todo el tiempo, decidí que iba
a estar soltera por un año y antes de eso, no me iba a involucrar,
emocionalmente, con nadie. Si alguien le teme a ese fantasma que parece
tenebroso llamado soledad, no iba a ser yo. Lo enfrenté.
No paso un año,
pasaron dos.
Si veo hacia atrás,
creo que han sido los dos años de mayor crecimiento personal, profesional y
espiritual.
He leído decenas de
libros y al fin tuve tiempo para esa pasión por la lectura que me hace feliz,
hasta descubrir que los protagonistas de esas historias son, realmente,
encantadores y podía devorarme hasta tres libros en un solo fin de semana.
También supe lo que
era ponerme un par de tenis y correr hasta la meta.
Descubrí lo raro
que te ven cuando vas al cine, a un concierto o simplemente a cenar sola.
Además, lo lindo que se siente al pensar: “Sí, yo disfruto de mi compañía.
¿Usted sería capaz?”
Aprendí que el tiempo
a solas te acerca a Dios.
Conocí a muchas
personas, algunas de ellas se convirtieron en mis favoritas. Entendí cómo se maneja
el tiempo libre, hasta que me encontré diseñando y elaborando bisutería, cuando
nunca lo había hecho, y vendí lo suficiente como para pagar la prima de mi
carro nuevo. Nadie me regalo nada, lo hice con mis manos.
Pude aventurarme a
nuevos retos profesionales, sin temor, segura de que al otro lado del miedo
están mis anhelos hechos realidad.
Ya no me hacían falta
las primeras citas. Además, hay que ser sinceros, ¡Que incómodas que son!
No significa que no
podía lograr esas cosas estando con alguien, claro que sí. Dice un proverbio
chino: “Si quieres llegar rápido ve solo; pero si quieres llegar lejos ve
acompañado”, estoy segura de eso. Si estas en la relación correcta, avanzan
juntos, pero ese no era mi caso.
Y claro, por supuesto,
a veces extraño un “buenas noches” antes de dormir o un ¿Cómo estuvo el día?,
un detalle, un “estoy pensando en vos”, pero cuando esas frases lleguen, les
daré el valor que realmente tienen.
Cuando
aparezca quien me motive a arriesgar de nuevo, le diré entonces: “Te
esperé. No en un castillo hasta que llegarás a salvarme. Yo baje por mis
medios y enfrenté los dragones que más me asustaban hasta convertirme en
una mejor persona, en lo que soy. No en una princesa pero si en una guerrera.
Si algún día decides irte, podrás hacerlo, no tengo miedo a empezar de nuevo.
¿Si te quedas? Si te quedas, prometo que nunca te arrepentirás”.
0 comentarios