Siempre planifiqué mi
vida en torno a los 20s. Me propuse y me exigí cumplir muchas de las metas
mientras tuviera veintitantos, constantemente, me repetía: “Eso debo hacerlo
antes de los 30”.
Veía ese tercer piso
lejano y amenazador, ese destino que estaba allá esperando a que me acercara,
tan solo un poco, para comerme viva. Tenía que alcanzar mi licenciatura mucho
antes porque después no tendría las mismas fuerzas para hacerlo, lograr la
mayor experiencia laboral y “quemar fiebre” porque después, quizás después no
podría.
Ni que decir de comer
todas las hamburguesas del mundo porque luego el metabolismo me traicionaría y
al mismo tiempo ponerme en forma porque luego sería demasiado tarde.
Lo cierto es que un
mes me separa de ese cumpleaños número 30 y por alguna razón no me asusta.
De pronto, me da más
temor ver hacia atrás y saber que llevo 10 años de mi vida sin detenerme un
segundo. He elegido trabajos demandantes, he llegado sin fuerzas al final del
día, no he salido a ejercitarme lo suficiente, no he disfrutado lo suficiente,
no he leído lo suficiente, no he hecho lo que he querido lo suficiente, ni
siquiera, he aprendido a nadar lo suficiente. Sí, a los casi 30.
A veces es tanta la
información que digiero en el día que puedo olvidar hasta las cosas más
sencillas, pero no por eso, menos importantes. ¿De qué estaba hablando?, ¿en
qué quedamos?, ¿qué era lo que iba a buscar?, ¿qué hice ayer??? ¿por qué
tendría que recordar lo que hice ayer?
Es entonces cuando
percibo que mi cumpleaños se aproxima con una nueva perspectiva de mi vida.
No es que al subir al
tercer piso todo sea más difícil, es que lo que he elegido a los 20s me pasan
factura ahora. Y sí, es cierto que la báscula ya no es tan benevolente con uno
y que prefiero mil veces quedarme en la casa, metida en la cama con unas medias
de franela que salir de fiesta. Pero también es cierto que, en lo profundo de
mi alma, me siento mejor que nunca.
No es tarde. Aún puedo
tomar decisiones importantes que cambien, radicalmente, el rumbo de mi vida.
Todavía me embarga la emoción de estudiar otra carrera, la de aprender a
cocinar y la de emprender cualquier cosa. Estoy segura que la nueva década que
llega a mi vida traerá múltiples cosas buenas y que la que dejo atrás, ha hecho
que hoy sea quien soy.
Así que, si sos de las
que tienen más de treinta y disfrutan la vida al máximo sin temer a nada, podes
estar segura que quiero ser como vos. Y si, por otro lado, sos de las
veinteañeras que se quieren comer el mundo, entonces cómaselo, pero sobretodo,
disfrute, viva el proceso y no se afane, porque la vida pasa y nunca, nunca
será demasiado tarde para empezar de nuevo.